domingo, 9 de mayo de 2010

21 meses Por Felipe Burbano de Lara

21 meses

Publicado el 16/Septiembre/2008 | DIARIO HOY
Por Felipe Burbano de Lara

Han sido 21 meses de una presencia pública asfixiante, abusiva, de
convertir sus argumentos en imposiciones, de sostener clichés políticos
para justificar la revolución ciudadana. Correa ha juntado las arrogancias
del académico y del economista: se siente dueño de la verdad, infalible,
convencido de ser más eficiente en la gestión pública que cualquier
contador de turno. Con su práctica ha desvirtuado el espacio público: de
lugar de diálogo y encuentro, lo ha convertido en campo de confrontación y
negación del otro.

Han sido 21 meses de llenarnos de una retórica revolucionaria detrás de la
cual se escuda un dudoso proceso de cambio político; 21 meses de pequeños y
grandes gestos de abuso del poder: desde la detención a un ciudadano por
faltar el respeto a la majestad del poder, hasta 18 decretos leyes de
emergencia sin rendir cuentas a nadie. Y si alguien se las pide, pues
resulta estigmatizado como enemigo de la revolución.

Han sido 21 meses de una campaña publicitaria incesante, mentirosa, con el
estribillo de la Patria ya es de todos; 21 meses en los que el Estado se ha
manejado como botín propio.

Cuánto abuso de los recursos públicos, cuánta indelicadeza, cuánta
arrogancia, cuánto desprecio hacia quienes le piden algo de moderación! Ha
montado un aparato propagandístico para convencernos de que el país ya es
otro, ya es de todos. Correa dispone de los recursos para promocionarse a
sí mismo como el caudillo insustituible de la revolución.

En 21 meses hemos visto cómo un proyecto colectivo degeneró en un liderazgo
personalizado.

Se ha rodeado de colaboradores dóciles, prohibidos de aparecer en público,
de abrir debates, obligados a guardar silencio, a una lealtad extrema
aunque de él no pueda esperarse lo mismo. Cuando esa lealtad no fue
incondicional puso a un lado a su mentalizador y principal apoyo. Han sido
21 meses de campaña, de entregar subsidios, de subirse a la tarima, de
ofrecer y regalar obras, de amenazar; 21 meses de demandar de los
ciudadanos aclamaciones en plazas y calles, de un ejercicio ostentoso del
poder y de los recursos públicos. Hemos visto emerger una nueva versión de
patrón político. Su cuerpo expresa ya el poder: siempre crecido, con aire
marcial, muy macho, cubierto por colchas antibalas y rodeado de un aparato
de seguridad; 21 meses de acumular enemistades, de negarse a dialogar, de
constantes amenazas; 21 meses en los que sábado a sábado ha polarizado a
los ecuatorianos con su violencia verbal. Lo que en la partidocracia era
condenable en él parece tener plena justificación revolucionaria. Se ha
colocado por encima de instituciones y marcos legales para imponer su
voluntad. Entiende la política como un juego de ganador único, de suma
cero. Y cuando alguien le contesta, entonces lo desafía desde un supuesto
democratismo: ganen elecciones! La izquierda cree que hay un proceso
social en marcha, pero este arrogante líder político, que ceba el
autoritarismo de la cultura política ecuatoriana, cree que fuera de él no
hay ningún proceso, ningún movimiento, ningún partido, que el proceso, el
movimiento y el partido son él. Un sticker que deambula por las calles en
carros opositores da una respuesta categórica a la abrumadora campaña
oficial para el referendo: ''¿Sí? Ni cagando''.

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